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En los pueblos indígenas de los Andes Suramericanos, los guardianes del agua se internaban en las lagunas sagradas, transformándose en animales y viajando a las estrellas para traer el espíritu del elemento vital. La voz de una niña nos sumerge en este relato: EL ESPÍRITU DEL AGUA, que llegando desde las estrellas en forma de neblina, era transformado por sus abuelos, los frailejones, para completar su ciclo vital y dar origen a la vida.
Hoy, el páramo, hogar de estos abuelos está siendo amenazado por la ganadería extensiva, la agricultura irresponsable y los proyectos mineros, agotando así las fuentes de la vida.
Sin embargo, una nueva generación de guardianes ha comenzado a entender las voces de su territorio y el legado de sus ancestros. Los abuelos aguardan en calma, poniendo su piel al viento y resistiendo en la profundidad de las montañas. La niña, escuchando sus voces entiende que también ella es agua, y guiada por el espíritu de venado se convierte en unas de sus guardianas.